Crítica: La Red Social (The Social Network)
David Fincher es sinónimo de calidad. No hay más que echar un vistazo a su filmografía para darse cuetna: Zodiac, El Club de la lucha, El curioso caso de Benjamin Button... Y cuando anunciaron la "película de Facebook", a pesar de no mostrarme interesado en un principio. que él llevara las riendas del asunto auguraba algo bueno. Pero resulta que no es "la película DE Facebook", sino más bien "la película que Facebook no quiere que veas".
Y es que el largometraje está basado en el libro de Ben Mezrich, "Multimillonarios por accidente, también conocido como "El libro que Facebook no quiere que leas". Por lo tanto olvidémonos de ver a Mark Zuckerberg como el tipo guay de turno, "el genial inventor de Facebook". No... Nada de eso. Fincher nos cuenta valiéndose de flashbacks cómo fue la demanda a Zuckerberg por parte de su amigo y co-fundador de Facebook Eduardo Saverin (que lo demanda por lo que se dice haberle "dado matarile") y los hermanos Winklevoss (que declaran que Facebook fue idea suya). Empezando desde la creación de la red social hasta conseguir el miembro número un millón. Marck Zuckerberg ha prohibido cualquier anuncio de la película en Facebook y evita hablar de ella. Sin embargo alquiló una sala en Palo Alto (California) para que sus empleados pudieran ver la película y se muestra favorable a la interpretación de Jesse Eisenberg (a quien vimos en"Bienvenidos a Zombieland").
Una interpretación que, si bien desconozco cómo es Zuckerberg en la vida real, resulta fascinante. Se le ve todo el rato aislado en su portátil, en Facebook. Comprende perfectamente la sociedad y sin embargo no consigue relacionarse como desearía alguien de su edad. Facebook, Facebook, Facebook... No tiene otra cosa en mente. Pero su manera de hablar y de interpretar las cosas delata el genio que se esconde dentro de él. De por medio se mete además Sean Parker, creador de Napster, quien guiará a Zuckerberg: "Tú has de ser el presidente. No dejes que te digan que es la hora de los mayores".
Sin embargo para mi quien realmente se come la película es Eduardo (a quien da vida Andrew Garfield, el próximo Spider-Man). En él encontraremos al personaje más rico y con más conflictos personales. Podría decirse que tiene incluso más protagonismo que Zuckerberg. Veremos cómo paulatinamente se va quedando relegado a un segundo plano en Facebook, a pesar de la importancia de su aportación. Es sin duda a quien más le afecta el cambio, modificando su vida personal por completo y convirtiéndose en un personaje cada vez más desdichado y atormentado.
No me puedo olvidar de la cuidada iluminación, apartado que su director nunca descuida. Jeff Cronenwerth, director de iluminación, parece haber heredado de su padre, Jordan (recordado especialmente por Blade Runner), la técnica y dota a cada escena de un ambiente especial a la par que poco cargado. La iluminación es sencilla pero efectiva.
Pero si algo hay que achacarle, es la edición del sonido, donde en algunas escenas la música se lleva todo el protagonismo y suena demasiado, obligándote a hacer un esfuerzo extra para seguir los diálogos.
Fincher no defrauda, y vuelve a mostrarnos imágenes de gran fuerza y escenas memorables, elegantemente filmadas, como la regata entre Oxford y Cambridge . ¡Qué garbo! Lo poco que dura y lo intensa que es. Lo bien que están medidos los planos. Como ya hiciera con Zodiac, no se muestra ni a favor ni en contra de ninguno de los personajes. Y tampoco trata de lanzar ningún mensaje. El espectador recibe mucha información, hechos reales, y será él quién después interprete todo de una forma u otra, quien reflexione sobre los motivos de cada uno y quien conteste a la pregunta ¿Se merece Marck Zuckerberg todo el reconocimiento que tiene?