Critica: Sucker Punch (2011)
Vuelve a escena uno de los mejores prestidigitadores visuales de la industria de Hollywood de ésta generación, capaz de lo mejor y lo peor (a. k. a. Zack Snyder) con "Sucker Punch", una cinta realizada a partir de una idea propia de la que firma y afirma ser guionista (y viendo los hechos me lo creo) en la que da rienda suelta a la mayor orgía visual jamás contada a modo de gamberrada friki impenintente de un niño que se niega a crecer (las dos facetas que hasta ahora conocemos del director basándonos en precedentes como "300" o "Watchmen" sin ir más lejos).
Este siniestro cuento infantil al más puro estilo "Alicia en el País de las maravillas con metralletas" se inicia con la narración de un potente prólogo "made on MTV" a cámara lenta y a ritmo de un Sweet Dreams (versionado desastrosamente para la ocasión). Ambientado en los años 50, un padrastro enloquecido intenta matar a su hija pequeña, acto ante el cual su hermana mayor intenta poner remedio sin poder hacer nada a pesar de encañonar al que sería su padre para evitarlo. Por ello, el padrastro le enviará a un psiquiátrico para que le practiquen una lobotomía y no pueda acusarle de su crimen. Mientras espera, su imaginación crea una realidad alternativa que podría salvarla de su dramática situación. A partir de ahí, la joven comienza a preparar su fuga, cuyo éxito depende del robo de cinco objetos.
A partir de este punto, se iniciará el pastiche de géneros y homenajes (más o menos conseguidos) arrancando con una lucha de samurais del Japón Feudal cargados con mini-guns, pasando por el homenaje al cine bélico del nazismo (dando lugar a la que para mi será la secuencia mejor narrada de toda la película) sólo que con la actualización del archivo zombie que ya conoce al estilo steampunk (mechas incluidos), abordando una fortaleza con un millar de orcos a golpe de hacha y virote al más puro estilo del Abismo de Helm y así degenerando cada vez más, siendo el "nexo" colado de forma tosca y confusa, de todo este homenaje a las subculturas del día a día del público freak, un thriller psicológico al más puro estilo Scorsese con tintes de cine cabaretero y drama carcelario lésbico.
Para intentar anexar este crisol de fornicios visuales, hecha mano de un guión francamente irregular que va perdiendo ritmo a medida que avanza la película, hasta abordar un desenlace apresurado y anticlimático en el que premian las imágenes generadas por ordenador de aires retros a una historia en la que el espectador se sienta implicado, y del tratamiento a modo de videojuego de la historia, al más puro estilo reune 4 objetos para superar una fase, de una psico-killer femenina que busca consuelo y refugio en la fantasía de un universo onírico como terapia autoinducida (con el que el director tratará de hacernos dudar de lo “real” y del protagonismo central de la historia).
Si hay algo que no se le puede achacar a este director es el extraordinario cuidado estético videoclipero y el trabajadísimo diseño de producción de la película de factura técnica perfecta en las exageradas, brutales y divertidas escenas de acción cargadas de CGI, que le otorgan sin duda el título del cineasta de su generación con mayor capacidad para crear imágenes que dejen al espectador clavado a la butaca que ha dado la industria en los últimos años, como elemento salvador de algunas de sus películas pero que personalmente siguen sin ser suficiente para otorgarle una personalidad definida como la de aquellos a los que intenta imitar sin pudor a lo largo del film.
En referencia al apartado actoral aunque la batuta de mando sea portada por una sosérrima "Baby Doll" interpretada por Emily Browning, un bombón veiteañero con muchísimas carencias como para ponerse a lidedar una "crew" de femme fatales guerreras compuesta por "Sweet Pea", interpretada por Abbie Cornish (la mejor de la sección femenina), "Rocket", interpretada por la pizpireta Jena Malone, "Blondie", la ex-disney star Vanessa Hudgens, y "Amber" (Jamie Chung), sin duda quienes dejan claro quien manda son el despreciable villano "Blue" encarnado por el guatemalteco Oscar Isaac y la atractiva "Dra. Groski", una estricta institutriz de baile interpretada por la exhuberante Carla Gugino, además de un desaparecidísimo Scott Glenn en el papel del líder sabio de la revolución.
En definitiva, "Sucker Punch" es una orgía visual cargada de acción a lo "slow motion" con chachondas con armas, música a todo meter y todo el soft porn que una producción PG13 de Disney podría permitirte. Con una elaborado pastiche de géneros, Zack homenajea al imaginario del freak noventero más desatado y excesivo que lleva dentro (¿será el prolegómeno y colofón de una etapa? Eso mismo me pregunto yo...) pero no consigue con el guión hacer que el espectador se interese en la película más allá de lo meramente contemplativo.