Critica: Kick-Ass (Listo para machacar) (2010)
Ya ha llegado a nuestras pantallas la esperada adaptación de la obra de Mark Millar y Romita Jr., “Kick-Ass”, una película de Matthew Vaughn que levantó muchas expectativas en la pasada Comicon de San Diego despertando un entusiasmo inaudito entre los que vieron los primeros minutos y que ha llegado cargada de hype gracias a la enorme labor de promoción a base de clips, trailers, preestrenos y posters varios.
La historia comienza planteándonos una duda que será el eje central de la película: ¿Por qué nadie intenta ser un superhéroe? Una duda que intentará responderse Dave Lizewski, un “loser” más de instituto, aficionado a los cómics que decide pasar a la acción para convertirse en un superhéroe ataviándose para ello con lo que parece un traje de buzo comprado por Ebay y contando con el superpoder de ser un tipo de lo más corriente.
Tras sentir el primer contacto con su traje de neopreno, comenzará un particular entrenamiento por los callejones y azoteas de la ciudad con el fin de combatir el crimen de la gran urbe pero como es lógico será insuficiente y le hará descubrir que no todo es tan fácil como lo pintan y que hasta unos matones de poca monta pueden darte una paliza que te deje una insensibilidad al dolor como “superpoder” y una larga estancia en el hospital (durante la que se replanteará su destino como superhéroe).
Normalmente una adaptación de un cómic conlleva un público objetivo bastante concreto pero Kick-Ass va más allá logrando el objetivo de llegar a esa otra clase de espectador remolón o rebotado que llega por accidente pero que sale muy convencido de lo que ha visto porque no trata de una película de superhéroes al uso, sino que supone una vuelta de tuerca al género, a medio camino entre la parodia y el más sentido homenaje.
No sólo el cinéfilo más “casual” quedará contento si que convencerá también al fan del cómic porque Kick-Ass se basa fielmente en el comic, buena muestra de ello es la presentación de nuestro superhéroe y la inclusión de dibujos y secuencias animadas de Romita, hasta llegado cierto punto en el que los esquemas se empiezan a desdibujar, la intencionalidad de las facetas de algunos personajes cambia y crea una nueva linea que toma un camino distinto al del cómic, debido a que el rodaje empezó y terminó cuando aun no se había terminado la colección, y de la que pienso es la causante precisamente de los mayores errores del film, ya que opta por una vía demasiado complaciente en la que superpone la acción desmedida y el mal acabado de ciertos personajes al tono real y dramático conseguido en su primera parte y la perspectiva de que realmente nuestro superhéroe no deja de ser, a pesar de toda la leña que recibe, un tipo normal y corriente, cuya testosterona y lado friki le lleva a meterse en los fregaos en los que se mete.
Cabe destacar también el respeto para no descafeinar el humor negro que caracteriza a éste cómic manteniendo la incorrección política y un tono gamberro, que conseguirá momentos totalmente hilarantes y bizarros (como el entrenamiento de la pequeña Hit Girl con Bid Daddy) y el sentido homenaje a los cómics a través de las continuas referencias y guiños a la peculiar mitología freak que los rodea que sin duda harán las delicias de los comiqueros.
Pero que supondría de este oscuro y gamberro mundo que nos presenta Kick-Ass sin las casi impecables y espectaculares escenas de acción y las coreografías bien elaboradas, que si bien no respeta toda la violencia y la sangre del comic, en buena parte lo consigue sin necesidad de saturar al espectador con excesivas cámara lentas dotando las secuencias de la justa fuerza servidas con una dosis de humor, elementos que nos harán posible disfrutar de las más salvajes amputaciones al compás de melodías pegadizas (para nada estridentes) intercaladas con temas variados entre los que destaca el famoso theme de 'La muerte tenía un precio' compuesto por Ennio Morricone que le pone el broche a una escena que quedará en nuestras retinas.
Kick-Ass no sería la adrenalínica comedia de acción y humor negro que es sin las grandes interpretaciones de Aaron Johnson encarnando a la perfección el rol de perdedor triunfante y sparring recibe golpes que es Kick-ass o Mark Strong demostrando al encarnar al antagonista Frank D’Amico lo mucho que puede darle a la industria del cine (a pesar de no ser su villano más brillante) que se ven eclipsadas por la impresionante Hit Girl a la que logra dar vida Chloe Moretz, un niña de tan solo 11 años (ahora con 13) que logra hacernos caer inevitablemente en la comparación con la psycokiller más famosa a la que interpretó Uma Thurnman para Kill Bill con tan solo ver el dominio de la “mariposa” y los entrenamientos tan duros a los que le somete su padre, Big Daddy, al que correctamente da vida Nicolas Cage a pesar de la acentuada humanidad del personaje no presente en el comic.
Por lo demás, mencionar los papeles de los colegas frikis del prota, Tood (Evan Peters) y Marty (Clark Duke), la sexygirl de instituto, Katie Deauxma, interpretada por Lyndsy Fonseca y el repelente niño de papa aspirante a superhéroe, que interpreta Christopher Mintz-Plasse logrando la necesidad del espectador por apalearlo, que seguramente lograrán un protagonismo mayor en en la casi segura secuela.
En definitiva, Vaughn logra hacer de “Kick-Ass” un gran blockbuster honesto y sin complejos, una fresca propuesta alejada del típico concepto franquicia de superhéroe propio de las producciones Marvel que logrará satisfacer al espectador que sea capaz de dejar de lado el más mínimo prejuicio con una trama que engancha y un ritmo trepidante que no concede descanso gracias a la buena combinación de acción y humor a partes iguales.