Comprar, tirar, comprar..o lo que es lo mismo "Obsolescencia Programada"
Desde que aquel domingo vi el documental "Comprar, Tirar, Comprar", de la alemana Dannoritzer, me entraron las ganas de hablar de lo que han llamado "La obsolescencia programada" como el motor de la economía moderna y ya de paso recomendar el documental.
Según comentaron en el programa, este término fue acuñado en 1932 y se concibió como un medio para terminar con la crisis de la Gran Depresión (estos de EEUU y sus manías de amasar pasta ya saben), pero como todo hoy en día....vuelve lo retro y es por ello que hubo que "esperar" hasta la década de los 50 cuando el diseñador industrial Brooks Stevens popularizó el concepto para asentarlo.
Sin tirar de wikipedia, y si de sentido común, podemos comprender que el significado de éste término no es más que una pactación o acuerdo en el proceso de fabricación de un producto de consumo para limitar su vida útil al cabo de cierto periodo obviando cualquier solución a la durabilidad del producto de cara al consumidor.
Hasta donde puede llegar la hijoputez de un fabricante, es algo que todavía no hay ente tangible para ilustrar física o gráficamente, aunque como bien decían y teniendo como máxima que "un articulo que no se estropea es una tragedia para los negocios" es lógico sus movimientos, el planteamiento económico en el que las grandes industrias se sienten cómodos, cómodos sobre los colchones de billetes que deben de tener a costa nuestra, y su preocupación por la sostenibilidad de nuestros planeta la verdad (nula) y que todo dependerá del usuario, porque si éste cede será una víctima más ya que nadie nos obliga a cambiar cada X tiempo de aparato (sin defecto de funcionamiento me refiero) pero sí nos tientan vendiéndonos sus encantos y pornografiándo la publicidad para que todo nos resulte demasiado atractivo y necesario como para no poseerlo.
Para ilustrar los conceptos, motivaciones y los ejemplos más claros de que el diseño está orientado a ese fin y no a la durabilidad que podría ser perfectamente viable, el documental nos ofrece un trágico paseo, en un corto recorrido histórico,mostrándonos una serie de casos de caducidad como la denuncia mediante pruebas irrefutables de cómo grandes multinacionales pactaron diseñar bombillas que solo durasen 1.000 horas, cómo acordaron retocar la composición de las medias de nailon para que dejasen de ser prácticamente irrompibles, el caso de el estadounidense que logró el reemplazo de las baterías de los iPod de Apple (programadas para caducar y sin opción de recambio) o la caducidad programada vía chips integrados de impresoras de tinta al término de un ciclo de usabilidad con un número concreto de impresiones.
Además, van más allá presentando hacia donde apuntan las políticas de reciclaje y sostenibilidad de las grandes empresas (sí, de las que se las dan de preocupados por el medio ambiente...ejem, ejem, apple) mostrando cómo Ghana se ha convertido en el gran vertedero electrónico del primer mundo donde tira todo lo que le es obsoleto.
Por todo, me cago en la madre de todos los fabricantes de productos electrónicos de consumo por su avaricia desmedida, por su falta de ética comercial (aunque creo que estos 2 últimos términos son contradictorios e irreconciliables), por su mediocritud premeditada y pactada como ingenieros y diseñadores a la hora de ser fiel a las ideas de durabilidad, usabilidad y prestaciones de un device, por sacrificar al consumidor en pro de mantener alta la producción para incorporar i+d+i en bajo coste y porque todo esto ya de paso (y demagogicamente hablando) se pueda extrapolar perfectamente a la incorporación del mismo chip "de fábrica" a la clase política de cada uno de nuestros países y que en muchos casos ya dan problemas mucho antes de lo que obliga su garantía y sin posibilidad de cambio o devolución.