Vaya hombre, ¡se acabó lo que se daba!. Atrás hemos dejado la que probablemente sea una de las semanas más divertidas de San Sebastian. Como siempre, litros y litros de hemoglobina han salpicado las pantallas del Teatro Principal y el Victoria Eugenia. Pero como soy consciente de que no todo el mundo es de esta zona, me explico. El Teatro Principal viene a ser el lugar clásico donde se ha celebrado el festival desde su inicio. Un teatro antiguo situado en la parte vieja de la ciudad, con un balcón que siempre adornan con algunos muñecos temáticos como Frankestein o Los Chicos del Maíz. Este año han tocado unos maniquíes vestidos de novia con metralleta en mano.
Ya bueno, esto no es el cartel de este año. Pero es que es un horror lo que han hecho.
Y mientras el ambiente festivalero se cuece a su alrededor, donde la gente grita o aplaude sin tapujos durante las emisiones y/o acude disfrazada, en el otro extremo se encuentra el Victoria Eugenia. Teatro elegante este, con interior de mármol, y un lujazo de patio butacas. Bueno, pues la cosa como es de esperar, cambia mucho. A pesar de que la gente va a lo que va, no es lo mismo... Ya no hay jolgorio, desmadre; la gente es más respetuosa.
Pues bien, a pesar de que en el pasado ya haya asistido al principal, las entradas allí se agotan como churros. Ya el abono para todo el festival ni te cuento (colas de toda la noche). Pero por fortuna existe el maravilloso abono del Victoria Eugenia, que por 15 €, señores, puedes asistir a 8 películas y a una sesión de cortos. Y encima te llevas un libro muy majo (curiosamente valorado en 22 €). Vamos, que está tirado.
Así que mi visión acerca de la semana no va a ser otra que esa, que es lo que un servidor se puede permitir. Sin querer contaros todo lo que vi, he hecho una selección de lo mejor y más sorprendente. De manera que me he quedado con dos películas que bien merecen la pena.
Y antes de entrar...
Habían tuneado para la ocasión el sitio. En la entrada (iluminada con unos focos rojos que te dejaban ciego al instante) se encontraba el staff, vestido de frac y con un gran sombrero de copa. Y justo antes de empezar ponían un tema de Rammstein (no sé cuál era :P), que para qué engañarnos, estaba muy bien. Pero claaaro... ¡Es que lo ponían siempre! Y durante la espera todas las lámparas se apagaban y encendían, mientras que se proyectaba fuego sobre la pantalla. Sí, molaba. Pero ojo, que aquí viene lo mejor: Bob Esponja. Tal cual ("¿a quién estáis esperando?", he ahí la coña). Para que luego saliera la extravagante crítica de cine Begoña del Teso. Pero otra vez lo mismo: a escuchar la canción otras 9 veces.
Y ahora entremos en materia...
Tucker & Dale vs Evil
Tucker & Dale vs Evil es, es... ¡la ostia en bicicleta! La parodia definitiva de películas del género como La Matanza de Texas... pero dada la vuelta. Tucker y Dale son dos colegas que se han comprado una casa de verano (por cierto, muy destartalada) en un lago. Por cierto, ¿recordáis al tipo del valium en Un Funeral de Muerte? Pues resulta ser el mismo actor que interpreta a Tucker. El caso es que por un casual unos universitarios acampan por ahí y paranóicos estos y dejándose llevar por los prejuicios, creen que los dos protagonistas son los pshycho killers de turno. Así que intentarán matarlos "antes de que les pase algo muy malo".
Lo cojonudo es la manera do contarnos las cosas. Desde el punto de vista de los chavales lo que estaremos viendo será una película de terror, con la típica música e iluminación. En cambió, con Tucker y Dale el tono es completamente distinto. Lo gracioso es que viene un malentendido tras otro y que el espectador ve lo que sienten los universitarios pero sabiendo lo que ocurre en realidad.
Escenas gore, por supuesto. Y humor por los cuatro costados; un descojono. Sabiendo lo que os espera, es de visionado obligatorio, en serio. Pero por favor: ¡ni se os ocurra ver el trailer a no ser que queráis ver una versión comprimida de la historia donde se cuenta prácticamente todo! Ojalá la saquen en los cines, como hicieron con Zombies Nazis (Dead Snow).
Vampires
De la mano del director belga Vincent Lanoo, llega este curioso documental sobre el "día a día" de los vampiros de Bélgica. El tercero al parecer, ya que se comieron a los anteriores que mandaron. Un equipo pasó un tiempo con una familia de vampiros que los acogió en su casa y pudieron grabar sin límites. Detalles como el código vampiro o secretos sobre "La Carne" (una humana, criada, y que por voluntad propia se deja que se la coman, pero sin que llegue a morir) nos son ofrecidos como nunca antes habíamos visto.
La familia resulta ser muy interesante. Está el padre, que es todo un caballero. La madre, que no controla sus impulsos. El hijo mayor, adolescente con problemas escolares ya que no sabe morder bien. Y la hija que siente pasión por el rosa y que sin éxito, ya que son inmortales, trata de suicidarse para volver a ser humana.
Una propuesta muy interesante y original que encantará a los amantes de los vampiros y aborrecerán los fans de Crepúsculo.
Próximamente: Parte 2, los cortometrajes.