Critica: Los Sustitutos (The Surrogates) (2009)
Los Sustitutos (The Surrogates) es la nueva película del director Jonathan Mostow (causante de “Terminator 3: La rebelión de las máquinas”) que cuenta de nuevo con los guionistas que crearon aquellos espantos llamados “Terminator Salvation” o “Catwoman” para llevar a cabo ésta adaptación del cómic creado por Robert Venditti y Brett Weldele del mismo nombre.
Las premisas eran bastante apetecibles ya que el trailer nos podía llevar a pensar en una buena película de ciencia-ficción ambientada en ese cyberpunk tan querido por los amantes del género pero como suele pasar con las adaptaciones del mundo del cómic (fuente más que recurren a explotar en Hollywood) termina siendo un producto de dudosa calidad.
La cinta plantea un futuro donde los humanos interactúan desde la comodidad de sus casas con el mundo real a través de unos robots conocidos como “surrogates”, elementos ya indispensables para la humanidad, que a parte de ser unas copias perfectas de belleza artificial permiten al individuo ser quien quiera ser.
Como es lógico, existe una facción anti-tecnología que se localizan en zonas específicas de conocimiento público donde viven libres de este Second Life con avatares físicos y en continua lucha y rechazo a esa tecnología que ha cambiado para mal la sociedad.
El desencadenante de la historia, que ni mucho menos tiene que ver con los grandes clásicos, es el asesinato de 2 sustitutos por un homicida que no sólo acaba con la vida de los androides si no también con la de sus “operadores”
Un caso que pasaría sin pena ni gloria salvo porque la víctima resulta ser el hijo de Canter, inventor de los sustitutos, y porque el delito parece ser fruto de un movimiento social tecnófobo, liderado por ‘El Profeta’ que promueve que los seres humanos deben prescindir de esta tecnología y volver a vivir sus vidas en vez de ‘experimentarlas’ a través de estos engendros tecnológicos, a los que tachan de ‘aberraciones’.
El argumento tiene muchas posibilidades, y es por lo que muchos junto con la poderosa imagen de Bruce Willis acudimos a verla, pero se queda en buen planteamiento que recuerda a grandes películas (Blade Runner, Minority Report, Yo, Robot, Matrix, I.A, etc…) pero altamente desaprovechado y que cuyos resultados dejan bastante que desear en cualquiera de los géneros que pretende abarcar.
Se le ve desde lejos la intención de nostradamus con pretensiones moralistas a ese modo de vida a través de clones artificiales y optimizados (que otorgan una supuesta seguridad) que a día de hoy no está plasmado en un avatar físico, si no en intentos virtuales como Second Life, pero que seguramente llegarán y nos privaran de esa socialización que "ahora nos caracteriza".
Ciertamente, el conjunto general tiene bastante ritmo y funciona a nivel de entretenimiento gracias a la labor de puesta en escena conseguida por la buena ambientación y una cuidada utilización de maquillaje para destacar el aspecto de la belleza artificial de los robots en contraste con la decadencia de sus usuarios humanos demacrados.
Pero que queda deslucida por la falta de tensión tanto dramática como en lo referente al desarrollo, las escasas secuencias de acción con unos penosos efectos especiales para el tiempo en el que nos encontramos y el presupuesto con el que cuenta y un guión que podía haber dado para algo más de profundidad pero se queda en mero entretenimiento previsible.
Sin duda la película casi se mantiene sobre la figura de Bruce Willis cuyo papel, un intachable policía que aun comulgante con las ventajas de tener un sustituto tal hecho no le hace tan feliz como a su entorno, le viene como anillo al dedo y es un perfecto fichaje como cebo taquillero para los fans más románticos (No esperéis encontraros un McClane porque no lo hay ni en contenido ni en continente).
Acompañado por un ridículo y predecible profeta interpretado por Ving Rhames que principalmente sirve para dar fuerza al pensamiento anti-maquinas a través de sus declamaciones, una interesante Radha Mitchell como compañera de Bruce Willis que está de buen ver y un correcto James Cromwell en sus breves apariciones como “padre de la criatura”.
En definitiva, una película a caballo entre la ciencia ficción y el thriller clásico sin demasiadas pretensiones que cuenta con un argumento que nos recuerda a muchas historias anteriormente contadas de mejor manera y que deja con el regusto amargo de pensar qué pudiera haber sido de ella en mejores manos pero que gracias a su duración consigue al menos entretener.
